La aventura salvaje de leer: Un viaje demasiado organizado
|
Y es que la aventura salvaje de leer, es algo más que leer, tal y como lo plantea el plan lector del sistema educativo. Supone sobre todo acercar al niño a una apuesta estética, artística, a una visión especial de la vida, del mundo, de sí mismo, no es solo enfrentarle a un tema o argumento más o menos orientado hacia valores deseables y de socialización. Pero como todo acercamiento y exploración del arte, no puede desarrollarse plenamente dentro de un marco de obligatoriedad, ni con demasiadas planificaciones, organizaciones o encorsetamientos que dificulten su libre manipulación, acceso o interpretación. Antes, avanzábamos o retrocedíamos por el paraíso de la lectura según nuestras necesidades personales de crecimiento. Al no estar, por ejemplo, los libros limitados en franjas de edad, recuerdo que siendo ya mayorcita, volvía a retomar ciertas lecturas que había leído cuando era más pequeña. La posibilidad de volver hacia atrás, hacia lecturas ya exploradas, era uno de los privilegios que se están perdiendo. Los libros mueren en las manos del niño demasiado rápido… en cuento el lector cumple un año más que el indicado en la solapa. Nunca en mi infancia sentí ese dedo sutilmente inquisidor señalándome que un libro ya estaba fuera de mi edad, como una camiseta que a uno se le queda estrecha y no debe volverse a usar. Ni tampoco se me limitó por arriba. Las barreras en el arte literario no existían, simplemente. Esta actitud pude observarla durante el tiempo que estuve al cargo de una biblioteca escolar: un niño que encontraba un libro recomendado para una edad, pongamos de ejemplo, a partir de ocho años, no lo quería si él ya tenía nueve. Lo apartaba sin más por considerarlo “de pequeños”, cuando tal vez, ese libro podía tener bastante más recorrido. El “a partir de… tal edad” no funciona. Hace poco, en la biblioteca municipal de mi barrio encontré Peter Pan (la versión original de James Matthew Barrie) ubicado en el estante de libros a partir de 14 años. ¿Qué adolescente de 14 años lee las aventuras de Peter Pan? Ninguno. Pero claro… la versión original es un libro muy gordo, con lenguaje bastante elaborado, trama, estructura complejas… para ubicarlo en la estantería correspondiente a libros recomendados para ocho años… ¿Ah, sí? ¿De verdad nos creemos esto? Son los niños de ocho años los que más lo disfrutarían, pese a su tamaño, complejidad y dificultades añadidas (de las que, por cierto, nosotros tuvimos la suerte de NO ser protegidos). Pero para los de ocho años hay ya otras “adaptaciones Disney” de “Peter Pan”… mucho más “comprensibles y adecuadas”… ¿Qué niño se adentrará entonces en la aventura de leer la fascinante historia (original) de un libro como “Peter Pan”? Ninguno. De repente, este clásico de la literatura, no cuadra dentro de los moldes de acceso a la literatura, de esas barreras limitadoras impuestas en el marco del panorama literario infantil. “Encuentro que, infelizmente (…) estamos creando muchas divisiones en esa cosa tan mágica que es la literatura. Este es para esta edad, este es para aquélla edad, este es perturbador, este no es perturbador…A mí me gusta una cosa más difusa, donde las fronteras no estén tan bien delineadas. (…) la gente está perdiendo una cosa que va a ser irrecuperable.” (Lygia Bojunga Nunes, escritora brasileña, Premio Astrid Lingred, Premio Ándersen de literatura). Sí, estamos perdiendo algo irrecuperable para los niños: la aventura salvaje de leer… |